← Un glosario de términos del común

(Des)aprendizaje

El desaprendizaje es la capacidad de pensar y actuar de manera diferente, de dejar atrás rutinas y formas de conocimiento que están fijas y, a menudo, nos impiden avanzar o adaptarnos a nuevas situaciones. No significa olvidar, sino más bien soltar el conocimiento y la experiencia adquiridas previamente. Dado que el aprendizaje suele ser un proceso largo y complejo, también lo es el desaprendizaje. La certeza de lo familiar se reemplaza por la incertidumbre y el riesgo de lo desconocido, pero la perspectiva de una nueva experiencia —la posibilidad de cambio y transformación— refuerza este proceso desafiante.

OFF-Biennale es un colectivo civil autoorganizado, nacido en 2014–15 como respuesta a una situación de crisis. La centralización de las instituciones de arte estatales húngaras, su exposición política y su distancia de la profesionalidad hicieron imposible para muches de nosotres seguir imaginando nuestro trabajo dentro de este marco. Por lo tanto, comenzamos algo radicalmente diferente a pesar de no saber realmente por dónde empezar, cómo organizarnos, cómo convertirnos en una comunidad responsable y autoidentificada que reuniera y amplificara voces críticas, nuevas formas de trabajar juntes y nuevos espacios para hacer las cosas de manera diferente. Pedaleábamos la bicicleta mientras la reparábamos, solíamos decir.

Para entonces, algunos de nosotres ya teníamos una considerable experiencia profesional, habiendo realizado proyectos aquí y allá, pero la base más fuerte de nuestro conocimiento y experiencia provenía de nuestro trabajo institucional —años pasados en museos, galerías y universidades. A pesar de todas sus dificultades, tensiones internas e inseguridad financiera creciente, la mayoría de las instituciones seguían proporcionando una base sólida de conocimientos y predictibilidad —una base desde la cual podíamos impulsarnos. Las operaciones de las instituciones eran bastante fijas, con ciertas reglas establecidas de antemano, y la flexibilidad y el cambio estaban confinados dentro de marcos invisibles. Hicimos mucha adaptación y aprendimos a hacerlo porque, desde temprana edad, adaptarse a las instituciones era una condición básica para la supervivencia.

Cuando el clima político en el país se volvió cada vez más difícil, cuando la representación de los valores que apreciábamos se volvió institucionalmente imposible, cuando la represión sistémica se volvió más generalizada, tratamos de imaginar una realidad diferente. Y no solo imaginarla, sino vivirla y transmitirla. Fingir. Como si fuera posible construir una bienal internacional por nuestra cuenta, sin recursos e infraestructura seguros. Fingimos y así la construimos juntes. Funcionó, pero para hacerlo —como nos dimos cuenta en el proceso, tiempo después— tuvimos que soltar mucho conocimiento y experiencia, reconocer y detener los hábitos que presuponían la existencia de un marco por encima de nosotres que nos diera seguridad y una sensación de estar atades, porque ahora éramos nosotres quienes dibujábamos el marco, de nuevo. Hemos aprendido mucho de nuestro trabajo institucional; hemos sido eficientes, disciplinades y estrictes con nosotres mismes, pero ahora no hemos avanzado por esas líneas. Hemos abandonado, entre otras cosas, el apoyo estatal y municipal que antes se daba por sentado y estamos comenzando a trabajar en una nueva estructura de financiamiento basada en la cooperación internacional y (en menor medida) en el aún débil pero emergente sistema de apoyo privado nacional.

Hemos tenido que aprender de nuevo cómo trabajar como una comunidad en proceso de formación, desarrollar formas de toma de decisiones, un sistema delicado y sensible de cooperación en el que nos movemos sin dominancia, de muchas maneras diferentes, con rodeos y callejones sin salida, pero en una sola dirección.

En el contexto de un colectivo de mujeres como OFF-Biennale Budapest, aprender también significa examinar críticamente y rechazar las normas y prácticas que mantienen las estructuras patriarcales y reconocer y aceptar las diferentes experiencias de vida de las mujeres. El funcionamiento comunitario presupone escuchar y entender las historias de les demás y aceptar las diferencias de identidad. Este pequeño hilo de muchas partes se teje en el aprendizaje colectivo. El balance del aprendizaje no es negativo; el conocimiento no se pierde, pero se desplaza, traduce, transforma.

Este proceso ha estado en curso durante una década. No podemos decir que hayamos llegado a algún lado, pero tampoco podemos decir que no lo hayamos hecho. Aunque nosotres mismes quizás no lo hubiéramos pensado, no solo muchos aspectos del conocimiento institucional han tenido que pasar por un proceso de desaprendizaje, sino que también lo han hecho muchas de las formas de trabajar que hemos desarrollado nosotres mismes. Incluso después de muchos años, seguimos aprendiendo una y otra vez cómo cooperar, cómo comunicarnos, cómo adaptarnos y cómo no adaptarnos. Y todo esto para nuestro propio detrimento y deleite. Y aún queda más por desaprender.

Sin financiación a largo plazo, una base organizativa estable y certeza legal, los recursos de las ONGs son los compromisos personales sin los cuales no ocurrirá el cambio, pero que no son necesariamente suficientes para reforzarlo. Cuando pensamos en un contexto aparentemente seguro, ya no pensamos en redes institucionales, sino en las alianzas basadas en el trabajo profesional, la solidaridad y las amistades que hemos construido durante la última década. Y este es un contexto que, cabe agregar, está constantemente amenazado precisamente porque ponemos demasiada carga sobre él. Establecemos expectativas para nosotres mismes que nos llevan a la autoexplotación, el agotamiento y el cansancio, consumiendo recursos personales y comunitarios. Tal vez este sea otro hábito que tendremos que desaprender para poder sostenernos.

Newsletter

Logo EU