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Navegar las diferencias

Entre les niñes, así como entre les adultes, la comunicación requiere esfuerzo. Ya sea que busquemos comprensión, amistad, establecer límites o simplemente transmitir un mensaje, este proceso requiere cuidado. Es importante que ayudemos a adultes y niñes de diferentes contextos sociales y culturales a trabajar a través de esto. El proceso de navegar las diferencias es continuo y constante, aunque generalmente sale a la luz si surge un conflicto. Le pedimos a Tereza Havlínková una opinión externa sobre cómo navegar las diferencias. Ella fotografió el campamento creativo para niñes The Great Land of Small, que tuvo lugar en Praga, República Checa, en el verano de 2024, como parte de la Bienal Matter of Art organizada por tranzit.cz.

Tereza S.: ¿Tenías alguna idea de antemano sobre lo que ibas a fotografiar?

Tereza H.: Sabía que era un campamento infantil y que debía fotografiar las actividades grupales del campamento. Sabía que habría niñes de Praga y de Ostrava, y sabía que los niñes de Ostrava llegaron al campamento en grupo. Pero lo que más me preocupaba era cómo iba a tomar las fotos dentro, qué tipo de luz habría, y así sucesivamente.

Tereza S.: En realidad, eran tres grupos. Estaban les niñes de Praga 7, que fueron fotografiades por sus padres, luego les niñes de Ostrava, con los que nos pusimos en contacto gracias al colectivo TV Páteř, y luego les niñes ucranianes.

Tereza H.: Ah, yo solo noté la diferencia entre les niñes de Praga y les de Ostrava. Les de Praga fueron traídes al lugar por sus adres, pero les niñes de Ostrava llegaron en grupo, y estaba claro que eran romaníes y que sus adres no vinieron con elles, pero les guías sí. Al principio, les guías no querían que tomara fotos. Aunque sabían que estaba con tranzit, percibí desconfianza y miedo por que les niñes fueran fotografiades, un miedo a la explotación o el abuso si las fotos se publicaban en internet. Pero al mismo tiempo, no tenía sentido dejar fuera de la sesión fotográfica a les niñes romaníes. Si fotografiara a todes excepto a les niñes romaníes, entonces simplemente les estaría excluyendo. Pero entiendo que las mujeres eran responsables de les niñes, por lo que eran cuidadosas. Pero luego sucedió lo contrario. Rápidamente me convertí en la persona más interesante allí, y fue principalmente les niñes de Ostrava quienes sentían curiosidad por mí. Se acercaron a la mujer con la cámara gigante, y les parecía gracioso que les tomara fotos. Tuve que explicarles que también debía tomar fotos de otras personas. Así que pasé de tratar de averiguar si tenía sentido excluir a les niñes romaníes de la sesión fotográfica a tratar de evitar solo tomar fotos de este pequeño grupo de niñes todo el tiempo. Pero incluso dentro del grupo de Ostrava había niñes más tímides que se contenían. En general, la interacción con les niñes de Ostrava fue más fácil, estaban más interesades en mí, querían saber qué estaba haciendo allí, qué fotografiaba y cómo lo fotografiaba, dónde vivía, de dónde venía, y así sucesivamente. Hablaban más conmigo.

Tereza S.: ¿Notaste algo más?

Tereza H.: Lo que se reveló —como suele ocurrir en cualquier espacio de aprendizaje similar— fue el trasfondo de cada niñe: cuánto podían cooperar, entender lo que se les pedía. Podías ver que algunes estaban acostumbrades a actividades similares y otres no tanto, pero la edad y la personalidad de cada une también pueden jugar un papel.

Tereza S.: ¿Cómo describirías las relaciones entre les niñes?

Tereza H.: Había una barrera idiomática. Algunes hablaban ucraniano —creo que era más fácil para elles— y les otres no lo entendían. Creo que en general los grupos no se mezclaban mucho— excepto por un niño de Praga, que tenía grandes ambiciones de liderazgo e intentaba manejar a todes allí, así que se comunicaba con todes. Intentó mandarme y controlarme también. :)

Tengo una empatía elevada por las personas que parecen de alguna manera desfavorecidas en la sociedad, peso estaba especialmente preocupada por los niñes de Ostrava. Fui más maternal con elles, más atenta a cómo les trataban, cómo les trataba yo misma. Pero luego me molestó que empezaran a burlarse de una niña de Praga que tenía el pelo corto: le dijeron que era lesbiana, y lo hicieron como un insulto. Me pareció que esto era algo con lo que no sabían qué hacer, algo con lo que nunca se habían encontrado, así que recurrieron a algo que habían escuchado en algún lugar del espacio público relacionado con las mujeres de pelo corto. Y de esa manera decidieron confrontarla con el hecho de que la encontraban rara. Sentí que no era mi papel intervenir de ninguna manera— después de todo, estaba allí para tomar fotos— pero a nivel humano sentí que estaba mal y que debería intervenir. También porque yo misma tengo el pelo corto, y sé lo incómodo que es cuando la gente comenta sobre ello; te pasa a los trece, a los treinta, y tanto hombres como mujeres y niñes lo comentan, así que no es el tipo de ataque que venga de un grupo específico de personas. Lo vi como un insulto y una expresión de que eses niñes estaban de alguna manera irritades por la apariencia de la niña. En ese momento, volví a ponerme en la empatía por alguien que está enfrentando un ataque solo por su apariencia, algo que, pensé, probablemente la niña ni siquiera se da cuenta. En el ambiente en el que está, en alguna comunidad de Praga, probablemente no sea tan notable que ella tenga el pelo corto.

Tereza S.: Según lo que sé, fue la primera vez en su vida que escuchó la palabra lesbiana, y estaba muy confundida por su comportamiento. No lo entendía. Pero también me dijo que les niñes en su colegio comentaban sobre su pelo y que no era tan nuevo para ella.

Tereza H.: Percibí que podría estar cabreada con alguien que, a su vez, no tenía herramientas para entender y darse cuenta de lo que estaban haciendo. No quieres ver a nadie como une depredadore —no quieres pensar en las personas como malvadas porque puedes rastrear de dónde proviene ese tipo de malentendido. Y realmente no puedes hacer nada al respecto aquí y ahora. Además, en tu rol ni siquiera estás en una posición para relacionarte o intervenir, ni tienes el conocimiento necesario para hacerlo. Sabes que debe manejarse de alguna manera, pero no eres la persona encargada —yo no estaba preparada ni entrenada para eso. La situación me recordó dos documentales que he visto: The Impossibility y Dajori. Ambos son muy difíciles de ver; tratan sobre cómo las personas se enfrentan a problemas que no están en su poder resolver. Las dos cintas son sobre familias romaníes, pero fueron hechos por personas blancas. Mi situación era diferente; no tenía que lidiar con los problemas éticos que enfrentan los cineastas —tenía un trabajo y eso era todo— pero, como cineasta no romaní, ¿realmente tienes derecho de retratar historias como esas en el cine? Estás interviniendo en la vida de alguien, obligándoles a enfrentar su situación, lo que tal vez ni siquiera tengan la fuerza o capacidad de hacer. ¿Qué posibilidad tienen de representarse a sí mismes en una producción audiovisual? Tuve todo tipo de preguntas. ¿No es esta ingeniería social en la esfera cultural de doble filo? ¿Tiene el significado y alcance que nos gustaría? ¿No es mutuamente inútil, sensible o peligrosa?

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