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Ser entendide

El arte contemporáneo —es decir, el arte que refleja el clima cultural, social y político actual en todo el mundo y abarca una amplia variedad de medios— tiene su propio lenguaje, su propia jerga, al igual que otros ámbitos de la actividad humana. Como en muchas disciplinas, el lenguaje especializado del arte ayuda a ahorrar tiempo a quienes participan en él; no es necesario explicarlo todo y, para ser experte, primero hay que iniciarse en este lenguaje. Sin embargo, el lenguaje académico o especializado tiene su reverso. A veces, se convierte en su propia legitimación: un fin en lugar de un medio. El problema del arte contemporáneo es que, con demasiada frecuencia, emplea un lenguaje especializado incluso cuando debería dirigirse a un público no especializado, lo que genera un efecto elitista o excluyente. En instituciones públicas como los museos, existen departamentos enteros dedicados a «traducir» el lenguaje del arte contemporáneo (por ejemplo, la mediación, el desarrollo de audiencias o la educación). Es sintomático que estos departamentos suelan ocupar una posición subordinada dentro de la jerarquía institucional, sin poder influir en la programación artística y curatorial.

Para la edición 2024 de la Biennale Matter of Art, los curadores y nosotres, en tranzit.cz, acordamos una regla común: comunicar la bienal en un lenguaje general, evitando la jerga especializada. La bienal tuvo lugar en la Galería Nacional de Praga, una gran institución estatal en el centro de la ciudad, visitada en verano no solo por locales, sino también por turistas interesades en la cultura. No se puede esperar que les turistas tengan conocimientos especializados en arte, y a menudo tampoco dominan bien el checo o el inglés. Por ello, los textos en inglés escritos por les curadores para las obras expuestas fueron editados con el objetivo de simplificar el lenguaje. La revisión estuvo a cargo de una persona con experiencia en enseñanza y traducción de inglés, además de ser experte en arte. Los textos debían ser comprensibles para personas con un nivel intermedio de inglés y no contener términos técnicos que requirieran consulta. Sin embargo, los textos editados fueron recibidos con resistencia por parte de les curadores y algunes artistas, quienes consideraron que se habían diluido y simplificado en exceso las ideas expresadas en las obras, a pesar de que nuestro criterio era que el significado original no había sido alterado. Durante el siguiente mes, negociamos los textos con les curadores, y el resultado fue un acuerdo mutuo: los textos no eran ni completamente accesibles ni completamente especializados, sino que reflejaban las tensiones con las que habíamos lidiado desde el inicio.

En las discusiones quedó claro que, para algunas personas, «ser entendide» implica pensar de manera empática en le lectore o receptore del texto. Para otras, era más importante que los textos expresaran sus ideas con precisión, utilizando los términos exactos. Un caso ilustrativo es el de la artista Sráč Sam (Fucker Sam), con quien colaboramos en tranzit. Sam confía a priori en su arte y en las personas, y no quiere hacer suposiciones sobre lo que la gente puede o no entender ni hacer esfuerzos conscientes por ser comprendida. Sin embargo, en su obra I Promise, invita a su audiencia a firmar un documento declarando su confianza en el arte a cambio de una pieza de su trabajo. El deseo y la intención de ser entendide pueden manifestarse de múltiples maneras, incluso en la negativa ostentosa a hacer concesiones para facilitar la comprensión ajena.

El lenguaje está incrustado en el tejido social; el que usamos refleja nuestro estatus sociocultural y de clase. El lenguaje del ámbito artístico refleja la posición sociocultural de quienes forman parte de él. Durante la discusión de uno de nuestros libros con Laundry Collective, un colectivo de artistas con experiencia de vida en la calle y situación de sinhogarismo, mencionamos el término «trabajadore sexual» y esto provocó carcajadas. Nos preguntaron: «¿Queréis decir “prostitutes”?». En otra ocasión, invitamos a un activista romaní de clase trabajadora y oriundo de un pueblo pequeño a un evento de recaudación de fondos en la capital para apoyar una iniciativa vinculada con el activismo en la que participaba. Al evento asistieron principalmente jóvenes de izquierdas, quienes se escandalizaron por el lenguaje que usaba. Para algunes, parecía que el activista romaní estaba utilizando el mismo discurso de los políticos racistas.

En círculos activistas, académicos o artísticos, se cuida mucho el lenguaje para respetar los sentimientos y el derecho a la autodeterminación de las personas a quienes se dirige; se procura evitar causar daño con las palabras. La posición desde la que se habla influye en el uso del lenguaje. No es lo mismo emplear una palabra potencialmente ofensiva para describir una realidad que se ha vivido en primera persona que para referirse a una realidad ajena, sin embargo, la comunicación es un proceso dinámico. El (des)entendimiento depende, ante todo, del contexto y las condiciones en que nos encontramos. En ciertas situaciones, tendemos a no querer entender a les demás —por ejemplo, en las redes sociales o en contextos que percibimos como hostiles. En otras —como en un encuentro cara a cara o en un entorno facilitado para la comprensión mutua— es más posible. ¿Podemos aprender algo de esto para aplicarlo en los eventos o programas públicos que organizamos?

En el mundo del arte, debería haber espacio tanto para «prostitutes» como para “trabajadores sexuales”, un lugar donde la comunicación pueda darse más allá de las barreras de clase u otras diferencias. Dicho de otro modo, el arte debería ser un terreno para este tipo de discusiones y tensiones —el lenguaje debe ser diverso. Lo peor es cuando solo hay un lenguaje —el especializado, que delimita un «adentro» y un «afuera». Es válido no entender y no ser entendido, cometer errores o sentir confusión, pero ese malentendido debería ser un medio, un portal, no un callejón sin salida. Es legítimo que no nos comprendamos de inmediato, pero ese debería ser nuestro punto de partida en la búsqueda de nuevas palabras y un nuevo lenguaje que sirva de puente entre diferencias.

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